El Asma es una de las enfermedades crónicas más frecuentes en todas las edades. 

Se caracteriza por la aparición de tos, silbidos en el pecho y dificultad para respirar, de forma recurrente, como consecuencia de que en los bronquios se producen tres sucesos fundamentales:

la inflamación de la pared interna de los bronquios, la contracción del musculo de los bronquios, y el aumento en la producción de moco, todo lo cual produce una obstrucción de los bronquios que en ocasiones puede resultar muy grave. 

En la mayoría de las ocasiones, pero sobre todo en los niños, todos estos acontecimientos de producen como consecuencia de una reacción alérgica: el paciente es alérgico a alguna sustancia ambiental (ácaros de polvo, pólenes, hongos de la humedad, etc.), y al respirar aire conteniendo estas sustancias, se produce la inflamación de los bronquios, el broncoespasmo, y el aumento de moco, con las consecuencias clínicas ya descritas. 

Por ello, ante todo paciente con asma es crucial determinar si existe o no una alergia, y cuál es dicha alergia, con el fin de prescribir el tratamiento más adecuado en cada caso.